ISSN electrónico: 1885-5210
DOI: https://doi.org/10.14201/rmc.31629

«LOS COMEDORES DE PATATAS» DE VINCENT VAN GOGH, EJEMPLO VISUAL DE LAS CARENCIAS VITALES DURANTE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN EUROPA

«The Potato Eaters» by Vincent van Gogh, a Visual Example of Vital Shortages during the Industrial Revolution in Europe

Luis V. SÁNCHEZ-FERNÁNDEZ1; Ana Isabel SUÁREZ-CIENFUEGOS2; Juan C. COBO-BARQUÍN3; Javier GARCÍA-FERNÁNDEZ4; Rolando NERI-VELA5

1 Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo, SESPA (España).
2 Servicio de Urgencias HUCA (SESPA) (España).
3 Centro de Salud de Quirós (SESPA) (España).
4 Centro de Salud de Otero (SESPA) (España).
5 Universidad Médico Naval de la Armada de México (México).

Autor para correspondencia: Luis V. Sánchez Fernández

Correo electrónico: sanchezvicente@uniovi.es

Recibido: 7 de noviembre de 2022
Aceptado: 11 de abril de 2023

Resumen

El cuadro al óleo de Vincent van Gogh Los comedores de patatas tiene una riqueza expresiva única. Representa a su vez una de las preocupaciones del pintor y que no era otra que las malas condiciones de vida de la gente que habitaba en la escala más baja de la sociedad: los agricultores y el proletariado. Estampa visual que nos sirve perfectamente para entender la dureza de estas personas condenadas a mantenerse en la miseria más absoluta por la escasez retributiva de los responsables políticos durante la fase de afianzamiento de la Revolución industrial alemana y extensible a toda Europa.

Palabras clave: Van Gogh; patatas; proletariado; revolución industrial.

Summary

Vincent van Gogh's oil painting The Potato Eaters has a unique expressive richness. In turn, it represents one of the painter's concerns and that was none other than the poor living conditions of the people who lived on the lowest scale of society: farmers and the proletariat. Visual print that perfectly serves us to understand the hardness of these people condemned to stabilize in the most absolute misery due to the scarcity of remuneration of political leaders during the consolidation phase of the German Industrial Revolution and extendable to all of Europe.

Keywords: Van Gogh; potato; proletariat; industrial revolution.

Al profesor Agustín Hidalgo Balsera, in memoriam

Vincent van Gogh (1853-1890) nació en la pequeña aldea de Groot Zundert (Brabante holandesa). El matrimonio tuvo seis hijos, cinco vivos: Anna, Theo, Elizabeth, Wilhelmine, Cornelius y uno que falleció antes de nacer él y que recibió también el nombre de Vincent. Su padre, Theodorus, era pastor protestante. A los dieciséis años un tío suyo lo colocó como dependiente en la Galería de arte Goupil, de La Haya. En 1870 un grupo de pintores de diversas regiones de Holanda escogió esta misma ciudad como punto de reunión. Artistas, entre los cuales ya estaba el joven Vincent, que se inspiraban en la antigua pintura nacional dirigiendo su atención al paisaje y a la vida de los campesinos1.

En 1873 se trasladó a la sucursal de Londres, capital que conocía por las obras de Charles Dickens (1812-1870) y ciudad en la que se enamoró de Eugenia Loyer, hija de su casera, y que acabaría en una importante desilusión. Como consecuencia de esta negativa entró en una depresión y lo enviaron a París, momento en el que se centró en la religión con cierta dosis de fanatismo2.

Tres años después lo despidieron. Para sobrevivir regresó a su país, aceptó el empleo como dependiente en una librería de Dordrecht y se refugió en el estudio de la Biblia, desarrollando con ello sentimientos religiosos y sociales. En la misma línea, agudizó su nivel lector, sus autores preferidos: Harriet Beecher Stowe, Charles Dickens, Keats, Eliot, Hugo y Renan, Zola, los hermanos Goncourt, los folletines de Octave Feuillet y de Richepin, Loti, Honoré Balzac, Dostoievski, Mallarmé y por las tragedias griegas.

Por esta época consiguió ser admitido en un centro de evangelización en Laecken, cerca de Bruselas, que formaba a jóvenes predicadores. En 1878 fue destinado a una de las zonas más tristes y miserables de los Corons de Bélgica, donde vivió las duras condiciones de vida de los mineros, viéndolos «curtidos y envejecidos antes de tiempo», en el momento del despegue de la Revolución industrial. Este proceso consta de dos aspectos contrapuestos: una burguesía industrial que se enriquece y un proletariado que recibe un mísero jornal con el que no puede vivir; lo que favorece el comienzo de las huelgas obreras3.

Empatizó tanto con este entorno laboral que escoge libremente vivir en la misma miseria, en una choza e incluso, en un intento de solidaridad con los mineros, les repartió las escasas pertenencias que tenía. Por su comportamiento lo denunciaron a las autoridades. El inspector barajó la posibilidad de una locura mística y no le renovó el puesto. Sin embargo, Van Gogh, lejos de arredrarse, se mantuvo firme en la visión sobre la naturaleza, el campesinado y el mundo obrero, inspirándose en pintores realistas de la talla de Jean François Millet (1814-1875), Gustave Courbet (1819-1877), Honoré Daumier (1808-1879) y Víctor-Eugène Delacrix (1798-1863) al haber tratado todos ellos en sus obras a campesinos, obreros y artesanos, retratando su forma de vida tan austera. Tanto interés tomó en este asunto que llegó a manifestar

La dura realidad se impone, asimismo, en las escenas de trabajo, donde los agricultores aparecen retratados en atmósferas opresoras, sufrientes, casi siempre encorvados, cargados, entregados a la rudeza de la vida que les ha tocado en suerte. Prácticamente todo es penuria, y en ella, como en un barro denso y profundo, los labradores han hundido sus raíces sin posibilidad de echarlas en otro lugar. Para que, entonces, levantar la cabeza, si apenas hay luz en el horizonte4.

En 1880 emprendió viaje para Bruselas: quería ser pintor. Cinco años después regresó al hogar paterno en Nuenen, una región de turberas, y eriales, canales y miseria; ciudad donde sigue pintando a campesinos y tejedores. En 1886 se matriculó en la Academia de Bellas Artes de Amberes; un nuevo enfrentamiento con los profesores lo motivó a desplazarse a París donde mantuvo contactos con Toulouse-Lautrec, Claude Monet, Auguste Rodin, Pissarro o Henri Matisse. Por una gran inestabilidad emocional se refugió en las prostitutas y será una de ellas, Rachel, a quien envíe su propia oreja después de una discusión con Paul Gauguin (1848-1903) en diciembre de 1888.

Su hermana menor, Elizabeth, nos esboza unas pistas interesantes sobre su carácter difícil y un temperamento fuerte al afirmar que era:

Más robusto que espigado, con la espalda encorvada a causa de la mala costumbre de inclinar la cabeza hacia adelante; los cabellos cortos bajo un sombrero de paja que resguardaba su extraño rostro; las cejas fruncidas en un gesto de intensa meditación bajo la frente ligeramente arrugada; los ojos pequeños, a veces azules, a veces verdosos.

Van Gogh pintó al menos dieciséis cuadros con campesinos y patatas, de los cuales destacamos tres, al respecto en los que consigue cerrar el ciclo: sembrar, sacar y comer: Campesinos sembrando patatas (1885), Campesinas sacando patatas (1885) y Los comedores de patatas (1885) (foto 1). Asunto de suma importancia para él, pues decía que:

Pintar la vida de un campesino es un asunto serio y me sentiría culpable si no procurase hacer cuadros que despierten serias reflexiones5.

Foto 1. Los comedores de patatas
Fuente: pinturaypoemas.com/los-comedores-de-patatas-van-gogh/

La última creación citada, la más impactante de todas fue pintada en Nuenen, y siguiendo las recomendaciones de Hidalgo y Cantabrana6, indicamos que se trata de una familia de cinco miembros, representada como un conjunto de cabezas un tanto caricaturizadas y demacradas alrededor de una mesa a la hora de cenar, en concreto las siete de la tarde, ingiriendo patatas a la espera de tomar una taza de malta. Espacio de tiempo de reposo y de recuperación de su dura tarea. El tono negro, marrón y ocre, juntamente con la luz de baja intensidad procedente de una lámpara de petróleo colgada del techo, que ilumina con mayor intensidad la comida, consigue un entorno lóbrego. La mesa pequeña y baja y la nula comunicación verbal entre los comensales incrementa la desazón visual. La mirada impactante de la campesina que se dirige al rostro taciturno del varón, posiblemente marido, crea una transfiguración que nos provoca dulzura y dolor a la vez; los huesudos dedos de las manos nos hablan sin palabras de la comida escasa y monótona para el trabajo físico desarrollado. En definitiva, este lienzo expresa un ambiente austero que encaja cumplidamente bien con la cuestión social existente.

Los pintores Émile Bernard (1868-1941) y Camille Pisarro (1830-1903) lo animaron por su originalidad y buen hacer. Sin embargo, de manera general recibió malas críticas. A pesar de este revés le comunicó a su hermano Theo que se encontraba muy satisfecho porque

Quise conscientemente dar la idea de esta gente que, bajo la luz de la lámpara, come patatas con las mismas manos, las mismas que mete en el plato, con las que ha trabajado la tierra. Mi cuadro, pues, exalta el trabajo manual y la comida que ellos, por sí mismos, se han ganado tan honradamente7.

Van Gogh, crítico y defensor de los oprimidos, con esta simple disertación nos demuestra que tenía razón; y el arte -en palabras de Albert Camus (1913-1960) en su ensayo El hombre rebelde, 1951-, crea y recrea la realidad8. En esta ocasión añadimos que incluso la supera, de ahí que la tragedia que nos expone el pintor seamos capaces de traducirla en una belleza dolorosa.

En 1956 se rodó una película sobre este genio basada en la biografía novelada de Irving Stone, 1934, titulada Lust for life, traducida en España como El loco del pelo rojo, para Hispanoamérica se buscó Sed de vivir. Su director fue Vincente Minnelli y el actor principal que le dio vida se lo encargaron expresamente a Kirk Douglas por su parecido. En esta cinta, rodada en escenario reales, queda perfectamente reflejada la ansiedad, el perfeccionismo en la pintura, la sensación de fracaso permanente, la inadaptación e incomprensión social, así como el sentimiento de soledad mantenido que lo abocaron a la locura. Igualmente, destacamos como su hermano Theo lo ayudó durante toda su vida con un gran apoyo anímico y como respaldo económico incondicional allí donde estuviese (Holanda, Arlés o París); posiblemente la única persona que entendió su particular locura, tanto que ante el fatal desenlace le escribió una carta a su mujer destacando que con su muerte «había encontrado la paz que jamás había podido hallar en la tierra»9.

El Círculo de Críticos de Nueva York otorgó en 1956 a Kirk Douglas la categoría de mejor ctor y la National Boar of Review de ese mismo año incluyó a la película en el grupo de los diez mejores filmes. En 1957 Kirk Douglas consiguió el Premio Globo de Oro por dicha interpretación y Anthony Quinn ganó el Premio Óscar al mejor actor secundario de 1957.

Cartel español

La historia de la patata

Este alimento con el nombre científico Solanum tuberosum L., de la familia de las Solanáceas, es un tubérculo que crece debajo de la tierra y que se cultivaba en el territorio del Perú preincaico en altura, allí donde no pueden sembrar maíz desde hace unos 8.000 años10. Los primeros europeos que lo probaron fueron los soldados del explorador español Gonzalo Jiménez de Quesada (1509-1579) en 1537. No obstante, su valedor más importante fue Pedro Cieza de León (1520-1554), quien la trajo, acompañado de maíz, a Sevilla alrededor de 1560. Unas referencias muy interesantes sobre el encuentro de la patata por parte de los españoles se pueden encontrar en: Francisco López de Gómara (1511-1566) en su Historia general de las Indias, 1552; Agustín de Zárate (1514-1560) con la obra Historia del descubrimiento y conquista de las provincias del Perú, 1555; Pedro Cieza (1520-1554) al publicar Crónica del Perú en 1553; José de Acosta (1504-1500) y su libro Historia natural y moral de las Indias, 1590 y Fray Antonio Vázquez de Espinosa con la impresión titulada Compendio y descripción de las Indias Occidentales,1622. Planta, por otra parte, considerara en Europa como ornamental hasta que el farmacéutico francés Antoine Auguste Parmentier (1737-1813), prisionero de los alemanes en la Guerra Franco-Prusiana descubrió sus propiedades nutritivas, y más si se le añadía mantequilla y leche, hecho que dio a conocer en París en 1789 con el volumen Traité sur la culture et les usages de pommes de terre; puré que llegó a las mesas de las gentes nobles con lo cual perdió el halo o maldición de comida para pobres; cuestión que favoreció su extensión desde Francia por todo el mundo occidental11.

Es posible que la patata, por su cultivo intensivo desde principios del siglo XIX dando de comer al proletariado, y la máquina de vapor de James Watt (1736-1819) hayan sido dos puntos claves para la revolución agrícola e industrial, primero inglesa y poco tiempo después, europea. En la actualidad es uno de los principales alimentos del ser humano. No obstante, debemos de recordar que entre 1845 y 1851 el hongo Phytophthora infestans perteneciente a la clase Oomycetes dañó seriamente las plantaciones en toda Europa. La máxima intensidad recayó sobre Irlanda provocando la muerte de un millón de personas; además otros tantos tuvieron que emigrar mayoritariamente hacia América12. La razón última fue debido a la colonización inglesa desde el siglo XVI; país que neutralizó todo tipo de industria de tal manera que a los irlandeses para sobrevivir no les quedó más remedio que basar su economía en el cultivo de la tierra y en especial el de las papas. En este escenario de extrema necesidad el mildiú de la patata arruinó las cosechas de varios años; con la población inmersa bajo el «hambre de la patata» y la miseria el país dominador se limitó a poner una vigilancia militar para impedir la sublevación vecinal. Destacamos que con esta oposición por parte de Inglaterra hizo renacer el espíritu independentista y el odio a los ingleses; así se crearon sociedades secretas como «La Hermandad Republicana de Irlanda en Nueva York» («Fenians»). Esto es, el qermen del grupo terrorista «IRA»13.

Contexto social

La Revolución industrial surgió en Gran Bretaña entre 1750 y 1820, movimiento que representa una nueva modalidad de generar riqueza que se extendió posteriormente por Francia, Bélgica y Alemania para terminar expandiéndose por todo el mundo modificando el modo de vida de los individuos. Etapa que puso el punto final a la economía preindustrial a base de una riqueza que giraba en torno a una agricultura con una tecnología deficiente que provocaba crisis de subsistencia, brotes de enfermedades epidémicas y alta mortalidad; como ejemplo destacamos que la esperanza de vida no superaba los 30 años.

Las innovaciones más importantes fueron el uso de nuevos materiales (hierro y acero) elaborados con carbón de piedra y con el uso de las máquinas de vapor, cuestiones que propiciaron una mecanización de la industria y la llegada a las ciudades de una mano de obra que abandonaba las aldeas buscando un futuro mejor en la industria textil, en la siderúrgica y en la metalúrgica. Situación aprovechada por los empresarios al contar con una oferta de mano de obra libre y barata que determinó una considerable miseria en el proletariado por los bajos sueldos y que finalizó en una auténtica lucha de clases. En la misma línea destacamos la transformación en los medios de transporte, especialmente la navegación y el ferrocarril y que a la postre favoreció el desarrollo del comercio. En lo que respecta al campo los terratenientes y los nuevos burgueses monopolizaron la tierra que era cultivada por arrendatarios que apenas podían sobrevivir. No obstante, a finales del siglo XVIII y principios del XIX merced a las reformas agrícolas se incrementó la producción de alimentos gracias a la rotación cuatrienal de cultivos. La cadencia era: primer sembrado con trigo; segundo a base de tubérculos (patatas y nabos); tercera debía de ser con cereales de primavera y leguminosas y en la cuarta exclusivamente con forrajeras (alfalfa, trébol, colza y lúpulo). De esta manera las plantas no desgastaban el suelo y se permitían una mejor nitrogenización del terreno. Así mismo, los campesinos comenzaron a usar fertilizantes químicos (los superfosfatos)14.

Este novedoso proceso fabril provocó en un primer momento una disminución de la talla de las personas; aspecto que se recuperó con la entrada del siglo XX. Esto es así porque la estatura se encuentra determinada por la alimentación y como sabemos al inicio de este proceso la comida ofertada era de baja calidad, puesto que se limitaba a pan, patatas y tocino. Para abaratar costes los productores adulteraban los alimentos; ejemplo: pan con alumbre y leche rebajada con agua15. Además, existía una clara explotación laboral general y específica en el rango infanto-juvenil. Si añadidos que el proletariado vivía en barrios marginales donde reinaba el hacinamiento, la insalubridad y la mortalidad no debe de extrañarnos el deterioro en el nivel de «vida biológica» de la clase trabajadora. Los datos nos indican que la altura disminuyó cerca de 3 centímetros; concretamente en Alemania entre 1879 y 1885 llegó a haber 2,2 centímetros de desfase16.

Realidad que se explica analizando la historia del país; de esta manera sabemos de la pérdida de influencia de Alemania tras la derrota de Prusia frente a la Francia de Napoleón Bonaparte en 1806 (batallas de Jena y de Auerstaedt). Esta deriva motivó la reforma Stein-Hardenderg (Karl Freiherr von Stein y Karl August von Hardenberg) llevada a cabo entre 1807 y 1819 por la cual se abolió la servidumbre personal, con ello el siervo y sus hijos quedaban libres de servir a su señor. Sin embargo, la tierra quedó en poder de los terratenientes que permitieron que los colonos se quedasen a vivir allí a cambio de mantener muy pocos derechos y con la obligación de entregar una exacción en dinero o en especie; disposición que provocó que el rentista quedase en mera subsistencia. El segundo tratado de Tilsit, 1087, desmembró el reino con una pérdida de la mitad de su territorio, el país tuvo que asumir el pago de fuertes sumas de dinero en concepto de reparación de guerra y se les excluyó del círculo de grandes potencias europeas. Era, por tanto, una racionalización de la administración para recobrar los márgenes presupuestarios17. De esta manera el Junker, miembros de la antigua nobleza de Prusia, dominó el país a largo del siglo XIX y principios del XX. A partir de 1848 la desesperación y el resentimiento de los campesinos se incrementó y ante los escasos avances conseguidos con las protestas un número significativo emprendió la marcha hacia las ciudades en busca de un trabajo fabril; otros tomaron una medida más drástica: emigraron a América18.

Las carencias económicas de estos asalariados causaron dos enfermedades específicas de la propia Revolución industrial: alcoholismo y tuberculosis e influyeron en un aumento significativo de la mortalidad especialmente en la edad infantil y que pueden ser motivo de otros artículos.

Conclusión

Los cuadros que se citan, pero especialmente Los comedores de patatas, reflejan una gran verdad vivida por el campesinado alemán durante la llamada Segunda Revolución Industrial y que es extrapolable al resto de proletarios europeos. La sensibilidad e inteligencia del pintor postimpresionista neerlandés Vicent van Gogh así lo demuestra conjugando tanto el arte como las carencias básicas (alimentación y vivienda) de la masa obrera consecuencia del mísero jornal que percibían y que les obligaba a permanecer en una crisis de subsistencia. Es más, con esta pintura se cumple el dicho de que «una imagen vale más que mil palabras».

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Luis Vicente Sánchez Fernández, Profesor asociado de Historia de la Medicina e Introducción a la Medicina en la Facultad de Medicina (Universidad de Oviedo) y Médico del SESPA (Servicio de Atención Continuada y Urgencias), mantiene una línea de investigación sobre el siglo XIX en Asturias en lo que respecta a los problemas socio-sanitarios del proletariado.